La luna y el sol.
La luna y el sol

Vivieron juntos mucho tiempo pero el
Sol no estaba realmente enamorado, amaba a la Luna.
Sol no estaba realmente enamorado, amaba a la Luna.
Un día no pudo ocultarlo más y se lo reveló a la Tierra . la dama brillante enloqueció de celos y lo castigó encadenándolo para siempre al centro del
universo. Deseaba que el Sol se sintiera en la más
inmensa soledad y no pudiera acercarse a la Luna.
Coral había escuchado a su abuelo contarle tantas veces la historia ey siempre se había quedado con la misma intriga.
¿ Por qué el Sol y la Luna nunca
pudieron encontrarse?. Se sentía enfadada y frustrada al no entender el desmedido castigo que aún perduraba.
Siempre que volvía a escuchar la historia Se iba sola a unos acantilados rocosos y donde curiosamente,
como puesto ahí por algún motivo, se hallaba un recodo de arena blanca. Le
gustaba ese lugar y pensaba en esto de
la Luna y el Sol, pero no entendía nada.
Un día Coral tuvo una idea. Quizás si le escribía una carta al Sol, podría encontrarse
con la Luna. ¡Le pareció una fantástica idea y escribió la carta, la introdujo
en una botella y la lanzó con todas sus fuerzas y esperanzas al mar, deseando
que éste la recibiera!.
Zarco había escuchado cientos de veces la historia del la Luna y el Sol pero no
entendía por qué habían sido castigados de esa manera y por qué tardaban tanto tiempo en encontrarse .
Un día sumido en este pensamiento caminaba por la playa cuando de repente, se
encontró con una botella que contenía algo dentro. La cogió y sacó la nota que
había en su interior. Se sentó curioso y empezó a leerla. ¡no era posible, La
luna le había escrito al Sol!. Quizás deseaba encontrarse con él – pensó.
¡Tengo que hacer algo!.
Inmediatamente sacó del bolsillo un
papel y un lápiz y escribió a la Luna. Depositó la nota en la botella y la
lanzó con todas sus fuerzas al mar.
Coral volvía cada día al mismo lugar para leer, pensar o dibujar a su rincón
favorito. Un día, sentada sobre una roca, vio a lo lejos una botella flotando
en el mar con algo dentro y se pregunto:¿ será la nota que envié y que Sol no
la quiere?.
Presa de la curiosidad se levantó rápidamente y bajó por cada roca casi
resbalando hasta llegar a ella. Cogió el
cansado vidrio, sacó la nota y para sorpresa suya, se dio cuenta de que ¡el Sol
le había contestado, y de qué manera!. Sin pensarlo, embriagada de nerviosismo,
manifiesto en sus manos, volvió a escribirle.
Así cada día. Los mensajes eran casi diarios. Coral no se lo podía creer,
¡ el Sol le estaba contestando!. Los recados eran cada vez de más intensidad, se
hablaban de todo. De cosas sencillas, de sus anhelos, de sus miedos, del color
del mar. Cada carta era una declaración
de sentimientos bañados por una distancia casi borrada por la intensidad de las
palabras.
Zarco no podía creer estar sintiendo aquello. Era aventurero, impulsivo, curioso,
¡tenía que descubrir qué era aquello que había hecho latir tan violentamente su
corazón!.
Un día Coral volvió como cada día a los acantilados, se sentó en
la misma roca para esperar su deseada carta, pero aquel día no llegó, ni el
siguiente, ni al otro…
Lloró desolada en su habitación día
tras día sin contarle a nadie su
amargura. ¿Quién la iba a entender?. El Sol
la había abandonado…
Pasaron los días y Coral volvía al mismo lugar esperando su carta sin respuesta. Allí sentada,
lloraba y pensaba: ¨seguramente el Sol ya
ha encontrado otras estrellas más brillantes que yo, porque hay muchas….y él es
tan radiante..”. ¿ por qué te has ido así…? -Decía desconsolada.
-“ No me he ido luna,
estoy aquí….”
Coral miró hacia atrás
enseñando su rostro bañado en lágrimas y allí estaba Zarco. Rota de tanta emoción lo miró a los
ojos, él se acercó a ella, le apartó su pelo mojado en llanto y la besó. Sus
cuerpos acabaron en aquel espacio blanco de arena reservados para el encuentro de la Luna y el Sol .
Se amaron como nunca antes lo habían
hecho y entonces ocurrió, que no hubo luna ni sol , sino un eclipse de amor.
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