Desear con otros ojos
La vi y la deseé.
No tendría más de 30 años. Venía acompañada de una niña pequeña tan rubia y clara de piel como ella.
¡Como la deseé…!.
Hay tantas cosas que piden ser observadas.
No tendría más de 30 años. Venía acompañada de una niña pequeña tan rubia y clara de piel como ella.
Acababa mi sesión de nado y estaba en el vestuario femenino. Ella apareció como un ángel, sentí su halo que me incitaba a prestarle atención, y eso hice.
Entonces empecé a observar cada gesto de su rostro, sus dedos que anudaban el traje de baño, sus múltiples movimientos para ayudar a vestir al pequeño ángel que le acompañaba.
Por un momento sentí un deseo intenso de tenerla para mis ojos, detenerme en cada milímetro de su piel, adentrarme en su mirada para sacar toda su profundidad.
Me sentí frustrada por no tener mi cámara y poseerla.
Instantáneas.
Primer plano: sus grandes y profundos ojos azules , su femenina espalda. Sus manos, alas volando.
Instantánea movida, color, blanco y negro, sepia, un sinfín de juegos.
Hace dos días me ocurrió de nuevo.
Lo vi y lo deseé. La imagen de un niño, seis años.
Estaba tomando mi desayuno en la cafetería de siempre cuando me percaté de su presencia. Allí estaba, sentado como un rosco y acompañado por su madre.
El deseo nació en ese momento.
Su temor a que cayera el líquido de su vaso y al reproche de su madre. Dos expresiones a para reflejar: su inseguridad y su miedo a la reprimenda. Toda una obra de arte.
Su temor a que cayera el líquido de su vaso y al reproche de su madre. Dos expresiones a para reflejar: su inseguridad y su miedo a la reprimenda. Toda una obra de arte.
Mi frustración por no ver el momento ni el lugar adecuado para poder fotografiar su alma pequeña y tan rica de emociones.
Volví a desear dos horas después.
No era muy agraciado físicamente, más bien nada hubieran opinado muchos pero yo lo veía impresionante a mis ojos, gestos y expresiones sublimes.Una belleza subjetiva.
Lo contemplaba desde la tienda, a través de los cristales. Su semblante triste y desdeñado ocupaba el espacio de un banco gris casi escondido.
Lo contemplaba desde la tienda, a través de los cristales. Su semblante triste y desdeñado ocupaba el espacio de un banco gris casi escondido.
Se ganaba la vida haciendo trucos de magia y dibujando una sonrisa fingida a cada niño que pasaba. Después quedaba solo y volvía con expresión vacía a su rincón.
Lo feo más bello, podría haber sido otro título. El caso es que continuaría observando y deseando hasta la última gota de agua sucia o cristalina, queriendo su imagen y su fondo plasmado.
Hay tantas cosas que piden ser observadas.
Pasiónartdesign.
Magnífico, primita.
ResponderEliminarUn abrazo desde la creatividad que nos une y la sangre de colores que nos ocupa el cuerpo.